Cada vez que alguien me pide una lectura de Registros Akáshicos tengo que aclarar que no se trata de una sesión con una adivina. Será por la palabra lectura que recuerda leer la mano y prever del futuro, pero me he dado cuenta de que muchas personas se enfrentan a esta experiencia con la misma predisposición con la que se dirigirían a un oráculo: dime qué me depara el mañana.

Nada. Tu mañana no te depara nada por el simple hecho que el futuro no existe. Lo creas tú mismo en el momento en el que tomas una decisión o en el que tan solo piensas una cosa en vez de otra. Estamos acostumbrados a creer que ciertas experiencias son inevitables, que hay una fuerza superior que controla todo, el famoso destino de cada uno de nosotros. Bueno, el destino tampoco existe, lo hacemos nosotros con cada decisión que tomamos.

Este concepto no me resultó del todo claro hasta que empecé a realizar lecturas de Registros Akáshicos. Me di cuenta de que, en base a la historia del alma, escrita precisamente en los Registros, se abren una serie de posibilidades para la persona que hace la consulta. Algunas de éstas se harán realidad sólo si se siguen determinadas instrucciones. Ejemplo: tienes la posibilidad de trabajar en un campo específico y hay buenas probabilidades de ser un personaje importante en esa materia, sin embargo, antes tienes que seguir algunos cursos, acumular un poco de experiencia y aguantar una larga temporada en el anonimato antes de que se te conozca. La propuesta es tentadora, pero si de un lado tienes esta perspectiva, que resulta ser física y emocionalmente difícil, y del otro tienes un trabajo estable y una zona de confort bien radicada, puede perfilarse la probabilidad  de que, no obstante la excitación inicial por algo nuevo y grande, al final decidas quedarte en terreno conocido.

Es una elección totalmente legítima. Al contrario de lo dictado por nuestra cultura católica, a nivel de Registros Akáshicos no existe el concepto de culpa o castigo, sólo existe el concepto de responsabilidad. Esto significa que, si has recibido un don maravilloso (todo el mundo tiene uno, sólo hace falta descubrirlo) y no lo utilizas, es muy probable que la vida te encierre en una jaula de aburrimiento e irritación. Me atrevería hasta a decir que no es la vida el artífice de todo esto: somos nosotros. Si hemos sido capaces de ver y tocar con mano todo nuestro potencial, pero nos aterroriza salir de la zona de seguridad, no damos el salto. Esta decisión a nivel subconsciente tiene como consecuencia un cambio vibracional que, a nivel práctico, se traduce en bloqueo emocional, profesional o la renuncia al don recién descubierto.

Nadie se salva de este proceso: en la vida se nos presentan constantemente situaciones en las que podemos decidir seguir o no seguir un determinado consejo y cada encrucijada nos trae diferentes consecuencias. Me di cuenta de eso cuando noté que dos lecturas de Registros Akáshicos a la misma persona sobre el mismo tema podían ser completamente diferentes. Digamos que consultar los Registros es un poco como pedir consejo a una abuela sabia, ella nos dirá lo que piensa, pero obviamente la elección final siempre es nuestra.

Al fin y al cabo creo que el secreto para vivir bien estas decisiones es siempre el mismo: la aceptación. Si somos conscientes de que todo lo que nos pasa es el resultado de nuestras decisiones y no de una conspiración divina será mucho más sencillo aceptar nuestras experiencias diarias. En la duda, acordémonos que escuchar los consejos de una abuela sabia siempre es la mejor elección.

 

Imagen de portada de Fabrice Van Opdenbosch

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