Quién soy
Me llamo Paola y puedo decir que he empezado a vivir con cuarenta años. Es un cliché, lo sé, pero creo que muchas personas se hacen preguntas justo al llegar a los cuarenta: ¿mi vida se reduce a esto? ¿A esperar los fines de semana cuando estoy por fin con las personas que amo y hago lo que me gusta para sentirme viva?
Así que… con cuarenta años dejé el trabajo de despacho al que me había dedicado durante los últimos catorce años y que me aseguraba un sueldo fijo y he decidido volverme a poner en juego. He desempolvado una vieja pasión: el Reiki. Y se me ha abierto un mundo increíble.
Reiki es puro amor, una energía potente que limpia capa por capa
nuestro organismo y nuestro espíritu y nos vuelve a conectar con
nuestra alma.
Y gracias al Reiki entra en juego otra pasión que tengo: el alma humana. Nuestra alma a menudo está ahogada por ideas preconcebidas, normas del modelo educativo que nos ha sido impuesto, herencias familiares…nuestros padres, nuestros maestros, los medios de comunicación que nos han inculcado tantos conceptos predefinidos que todo lo que somos ha quedado sepultado debajo de una montaña de miedos, agobios, o limitaciones mentales.
El trabajo al que me dedico ahora es quitar todas las capas que aprisionan el espíritu para redescubrir la verdadera esencia de cada
uno. Gracias al Reiki escucho los susurros del alma que me indica cuál es su verdadero camino. A través de la terapia Transgeneracional y el Thetahealing® la ayudo a librarse de las ataduras kármicas y a dejar ir parte del lastre que ralentiza su evolución.
Es un trabajo que me entusiasma, me fascina y me sorprende cada día. Ver los ojos de las personas que se iluminan de
emoción y sorpresa en el momento en que sienten que el lastre se cae al suelo, no tiene precio.
El trabajo que cada persona hace sobre sí misma es un camino imparable: una vez que se empieza sólo se puede seguir adelante porque los beneficios que se obtienen son inconmensurables.
Si estas palabras te resuenan, éste es tu momento, dame la mano, yo te acompaño por un tramo del camino…
Fotos de Fabrice Van Opdenbosch